domingo, 14 de junio de 2009

Tras La Ceniza Ancestral En La Rioja


Un artículo de  Esteban Fco. Ceniceros R. del 24 de enero del 2009 en Hamburgo, Alemania.

Introducción



Tras los años he mantenido un asiduo interés en las raíces de este nombre que denomina el linaje paterno de mis antepasados. Fue mi padre D. Francisco Ceniceros Pérez, natural de la villa de Nadadores del estado norteño de Coahuila en México, de quien heredé la ambición por averiguar el orígen de las cosas. Y este interés ha aumentado más a través los años aunque sea sólo por la insólita etimología que nos ofrece nuestro nombre: Ceniceros. En cuantas ocasiónes, sea en las Californias o en Alemania tal vez, no nos hemos encontrado en una fiesta interesante con un público quasi culto, y tras contestar la pregunta por nuestro apellido, no nos han fatigado con el espabilado comentario, “¿Ceniceros, oh, that means ashtray, right?” (o en alemán “Ceniceros, das heißt doch Aschenbecher, oder?). Y es que hay muchos extranjeros que ya hablan bien nuestro idioma.  En el norte de Baja California, de donde proviene mi familia, a pocos les sonará raro este nombre. Es un fenómeno que nos plaga posiblemente ya desde nuestra infancia sobretodo a los Ceniceros del otro lado de la frontera. A todos ustedes que se sienten bien entendidos por esta anécdota, a ustedes vale este artículo.

Breve Descripción de la Categoría del Nombre

Para comenzar, Ceniceros es nombre hispano toponímico no muy común como apellido y derivado de una voz latina que denomina la pequeña ciudad riojana de Cenicero. En cuanto a su frecuencia, no figura en cantidad con los hispanísimos apellidos como Martínez, González, Rodríguez, o Fernández, nombres hispanos supuestamente de orígen visigodo.

Tipos de Nombres

Se dice que el uso del apellido surgió en Roma en las clases altas para distinguir a las personas y diferenciarlas de otras. Se usaban el Praenomen, el nombre propio de la persona, el Nomen Gentilicium, el apelativo del clan, el Cognomen que distinguía el linaje y corresponde a nuestros apellidos; y el Agnomen, un apodo que calificaba a la persona por sus idosincrasias o ciertas particularidades de su fisionomía. Los apellidos han cumplido una funcionalidad lógica. Se trataba de distinguir a personas para identificación propia, arreglar pleitos de herencia, o asegurar la continuidad de ciertos oficios. Cuanto más ilustre el portador de cierto nombre, más la influencia que emitía a los demás. El nombre de pila de una persona también era hereditario, fenómeno bien constatado por la cantidad de Sanchos, Fernandos, y Alfonsos que abundaban en la Península Ibérica. En la Antigüedad y la Edad Media era tradicional que un hijo siguiese las huellas de su padre heredando su oficio. Así a Pedro el hijo de Pedro el carpintero se le terminaba por llamar Pedro Carpintero tal que el aspecto hereditario de los oficios se transfería al nombre de esa ocupación que así se hacía también hereditario. Como los oficios eran hereditarios, la denominación de esos oficios también se hizo hereditaria como nombre. Este tipo de apellido se conoce como apellidos procedentes de oficios, cargos o títulos.

En un principio los apellidos eran común sólo en las clases altas y siendo España una sociedad patriarcal, a los hijos de padres nobles se les decía “hijos de (nombre del padre)” que en el romance ibérico se formaba añadiendo los sufijos -az, ez-, iz, oz, o -uz al nombre del padre. Así a Pedro hijo de Sancho se le llamaba Pedro Sanchez. A éste tipo de apellido se le dice patronímico.


La constumbre de apellidarse con el nombre del lugar de procedencia es muy antigua como es el caso de Thales de Mileto (640 AC) o Demócrito de Abderea (460 AC). Un caso legendario de la historia castellana es Rodrigo Díaz de Vivar: Rodrigo el hijo de Diego de la aldea de Vivar (Burgos). A este tercer tipo de apellido le llamamos toponímico, palabra derivada del griego “topos”, lugar. En esta categoría se distinguen toponímicos menores, nombres que denominan procedencia de algún accidente de la geografía como del Monte, del Río, de la Puente, y topnímicos mayores, aquellos que aluden a procedencia de poblaciones, comarcas, países como de León, de Castilla, de Francia, etc. El nombre Ceniceros cae en esta categoría. Tal fenómeno no conlleva necesariamente nobleza.

De Nobleza


La denominación “de” más el lugar de procedencia en los apellidos no significaba nobleza en todos los casos. Más bien señalaba el lugar de procedencia de la persona. En caso de los grandes nobles no sólo aludía al lugar de su procedencia sino a sus señoríos (reinos, principados, ducados, marquesados, condados, vizcondados, etc.). Guilhem VII coms de Peitius, y IX duc de Aquitània (Guillermo VII conde de Poitiers, y IX duque de Aquitania) no sólo era físicamente de Poitiers (Peitieus), sino a él le pertenecían el condado de Poitiers y el ducado de Aquitania. La nobleza de una persona se determinaba por su proeza en guerra y el tamaño de sus señoríos a causa de esas guerras. Era una cuestión plenamente bélica: el que ganaba por fuerza bruta, física; pero también por cierta astucia que aplicaba.

Lógica Análoga

En el castellano el sufijo –ero adherido a un sustantivo denomina el hacedor o conductor de tal cosa. Así el torero no hace toros sino los maneja o conduce (a lo menos casi siempre). El molinero no necesariamente hace molinos sino los maneja para moler el grano. Pero el panadero y el zapatero si son los hacedores de la cosa que denomina su nombre. Entonces si el torero es el que torea toros, panadero el que hace pan, molinero el que maneja el molino para moler el grano, y cosechero el que recoge la cosecha, ¿por qué ceniceros (o cenicero) ha terminado en nuestros dias por denominar el pequeño traste donde el fumador deposita la ceniza de su tabaco?  Evidentemente se trata aquí de una burlóna vuelta desdichosa del romance ibérico ya que el nombre cenicero (como topónimo) se cita por primiera vez, según mi búsqueda diletante me ha permitido saber, ya en el siglo VIII cuando, claro está, aun no se fumaba el tabaco en la Península Ibérica.

Primera Mención Documentada


La mención a la cual me refiero se encuentra en la Crónica Albeldense y cita la ilustre campaña que llevó a cabo Alfonso I, rey de Asturias, por la ribera del Ebro en 757 (otra fuente habla del año 740) para expulsar a los musulmánes. “En dicho relato se refieren las localidades destruidas: Mirandam (actual Miranda de Ebro), Revendecam (¿Revenga de Campos en Burgos?), Carbonariam (Carbonera en La Rioja?), Abeicam (Ábalos, desde donde cruzó el Ebro), Brunes (podría ser Briones pero no es del todo seguo), Cinissariam (actual Cenicero) y Alesanco” [1].

“La Crónica Albeldense es una fuente histórica narrativa de la antigüedad, de la época hispano-cristiana, escrita probablemente en Oviedo en el penúltimo decenio del siglo IX y conservada en la Biblioteca de la Real Academia de la Historia” [2]. En realidad se ignora el autor y el lugar de esta obra enciclopédica aunque algunos le adscriben autoría a un monje riojano anónimo debido a sus conocimientos sobre esa comarca. Ramón Menéndez Pidal le asignaba un orígen ovetense mientras Manuel Díaz y Díaz le atribuía un orígen mozárabe. No se sabe del todo pero parece que la modalidad riojana del romance ibérico si tuvo importante influencia sobre esta obra.

Así queda aclarada la situación del nombre Cenicero a lo menos en cuanto a la toponimia peninsular. Es voz hispana derivada del latín Cinissariam. Sin embargo no explica el significado del nombre que seguramente indicaba una función específica en la antigüedad.

Una nota adicional: Los indicios que constatan asentamiento humano en suelo cenicerense predatan la época romana pues “ya estuvo poblado en los milenios tercero ó segundo A. De C., tal como lo han demostrado los restos arqueológicos encontrados en los yacimientos de San Justo, Sanchisnal y las Majadas. Éstos restos corresponden a las culturas celta, íbera y romana“ [3]. 

Menciono este dato no para vincular el nombre Cenicero con yacimientos preromanos, sino para dar idea de la antigüedad de la actividad humana en el municipio de Cenicero. La etimología de nuestro nombre Ceniceros se debe entonces ubicar en el legado de la época romana y en tierras riojanas aunque Cenicero/Ceniceros/Ceniseros/ aparece en otras comarcas de España
.